El Botafumeiro de Santiago de Compostela.

 

El Botafumeiro de Santiago de Compostela.


El incensario más grande del mundo.




Para inaugurar esta nueva página llamada Miscelánea, vamos a comenzar hablando acerca del Botafumeiro, el enorme incensario de la catedral de Santiago de Compostela.

Si algo hace imprescindible y extraordinaria la visita a la catedral de Santiago de Compostela, es la posibilidad de ver el "vuelo" del botafumeiro. No existe un espectáculo comparable en el mundo religioso. Contemplar desde el interior del templo su movimiento pendular envuelto en el olor del incienso y la música sacra de sus dos órganos, no tiene parangón.


                                                         Vuelo del Botafumeiro grabado con una cámara Go-Pro.

Hablar del Botafumeiro significa hablar de la Catedral de Santiago de Compostela.

Este magnífico templo católico, es el tercero erigido en el mismo lugar en que la leyenda dice, se halló el cuerpo del apóstol Santiago el Mayor, evangelizador de España y, por ende, su patrón.

Se comenzó a construir en el año 1075 bajo el reinado de Alfonso VI y, tras varias vicisitudes, según el Códex Calixtinus se concluyó en 1122. Su primera consagración -pues tuvo dos- se realizó en 1128 y su segunda y definitiva, tuvo lugar en 1211 aún con la catedral sin finalizar. El templo se terminaría ya en época barroca con la erección de las torres que enmarcan y cubren el Pórtico de la Gloria.

Aspecto del templo medieval, sin incluir los añadidos barrocos. El Pórtico de la Gloria estaba al descubierto.



 Su historia coincide en el tiempo con dos factores que la hacen especial. Por una parte, la aparición en Santiago de un personaje de gran trascendencia histórica y religiosa, el arzobispo Gelmírez, responsable directo del impulso definitivo que llevó a dicho templo a convertirse en uno de los polos de la cristiandad hasta el punto de ser, hoy día, junto con Roma y Jerusalén, los tres principales focos de peregrinación del mundo.


Catedral de Santiago. Fachada del Obradoiro.


Por otra parte, los monjes negros o la orden monástica de Cluny, de origen francés y fuertemente radicada en Europa en aquella época, con la que Gelmírez tuvo siempre una excelente relación. 

Su apoyo al arzobispo y a su obra delante del papa, a la sazón Calixto II, fueron fundamentales para que Santiago se convirtiera en arzobispado y sede apostólica, y el nombre de Santiago de Compostela se asociara para siempre con uno de los puntos fundamentales de peregrinación del orbe católico con las ventajas económicas que ello suponía.

Interior de la catedral.

EL BOTAFUMEIRO.

La primera referencia que tenemos de este hermosísimo incensario se remonta a la misma época de la construcción de la catedral. Bueno, no exactamente a aquellos años, pero sí aparece en el Códex Calixtinus o Liber Sancti Iacobi, un compendio de cinco libros de diferentes épocas con 225 páginas o folios en el que se narran una serie de hechos relacionados directamente con la llegada de los restos del apóstol y la construcción de una iglesia para su custodia y posterior veneración. 

Si bien, en el Liber Pontificalis, compilación medieval del papado hasta el siglo XV,  ya se tenía constancia de la existencia de "una gran lámpara aromática de oro" en la primitiva basílica de San Pedro en Roma, no era ésta sino un artilugio fijo. Así se relata en el año 701, en el que el Papa Sergio ordenó colgar un "thymiamaterium aureum maiorem cum columnis et cooperculo"(incensario de oro mayor, con columnas y cubierta) ante las tres imágenes de oro de Pedro apóstol. Sin embargo, el único ingenio en el mundo capaz de volar por el transepto de una catedral, sigue siendo nuestro protagonista.

La razón principal radica en el cambio de estilo arquitectónico. Al comienzo de la época bajomedieval, en el cúlmen del románico, la altura de las iglesias y catedrales permitía el funcionamiento de estos ingenios; de hecho hubo varios en la misma Galicia. Sin embargo, la irrupción del gótico elevó la altura de las catedrales lo suficiente para hacer imposible tal maniobra.

Botafumeiro en pleno vuelo

HISTORIA DEL BOTAFUMEIRO.

El origen de nuestro ingenio se pierde entre las brumas de la historia. Si bien, como hemos dicho más arriba, existen precedentes de grandes incensarios en otros templos, la primera referencia del nuestro la encontramos en una nota marginal del Códex Calixtinus, el cual, como también hemos referido, consta de cinco libros recopilados y modificados en diferentes fechas.

Pues bien, en el folio CLXII correspondiente al final del capítulo III del libro III del "Liber Sancti Iacobi", compilación como ya hemos dicho del siglo XII, se relata una procesión en el interior del templo en la que no se describe el incensario. Sin embargo, en su margen se añadió a principios del siglo XIV una nota que rezaba:

"nunc decoratur...maxime cum magno turibulo argenteo, a sumitate ecclesiae et funibus suspensum per rotas currendo a portale septemtrionali usque a portale meridiano, pleno carbonibus incenssus cum ture feriendo in utraque parte sumitatis ecclesiae..."



Lo que traducido significa:

"Ahora se engalana... con un gran incensario de plata, que discurre, suspendido en la parte superior del templo por cuerdas, desde el portal norte al sur, lleno de carbones encendidos y portando incienso a un lado y otro de la parte superior de la basílica"

Esta anotación nos da una idea exacta del origen contrastado de su uso en la catedral. Sabemos que a principios del siglo XIV ya se utilizaba como elemento litúrgico y las últimas investigaciones apuntan sin duda alguna a que este uso litúrgico "acompañó" a su utilidad como purificador del templo, no siendo esta su principal misión.

De hecho, en aquella época en la que el templo permanecía abierto para que los peregrinos pudieran pernoctar se ubicaban, distribuidos por la iglesia, numerosos braserillos aromáticos destinados, estos sí, a la "antiséptica" labor. Esta costumbre permaneció hasta comienzos del siglo XVII, cuando se cerró por las noches la catedral por el inadecuado comportamiento de los peregrinos en el interior del templo.


BOTAFUMEIROS COMPOSTELANOS A LO LARGO DE LA HISTORIA.

En su origen, el Botafumeiro era, como nos dicen las fuentes, de plata y fue sustituido por otro, del mismo material, comprado con una donación hecha por el rey francés Luis XI en el año 1400, si bien el cambio no se realizó hasta el año 1554. De estos dos hay referencias cronológicas escritas, cosa que no sucede con el que se utilizó a continuación, esta vez de hierro y del que existe constancia en una nota del año 1729 que refiere que "fue estañado".

Existe, sin embargo, cierta confusión al respecto pues se sabe con certeza que en el año 1809, en plena dominación francesa de España, fue confiscado por los franceses y llevado a Francia. Es poco probable que un humilde incensario de hierro estañado fuera objeto de expolio, por lo que pudiera suceder que hubiera otro de repuesto, o que el de plata se reservara para las ocasiones especiales.
En las láminas inferiores están reflejados dos de los diseños que se realizaron en distintas épocas sin que se sepa exactamente las fechas.


Botafumeiro actual transportado por dos acólitos.


Sí hay, también, constancia cronológica, de la reparación de uno de hierro por un calderero en 1812, lo que apoya la hipótesis del botafumeiro de uso habitual, de hierro, y el de las ocasiones especiales, éste de plata, que sería el expoliado por los franceses. En el año 1851, el platero compostelano José Losada construyó el que se utiliza hoy en día en latón plateado. En el año 2006, se le hizo una restauración en el taller madrileño de Molina Acedo que incluyó un nuevo baño de plata de dos kilos de peso.

Por último, hay que dejar constancia de que, si bien el que se utiliza en la actualidad es de latón bañado en plata, existe uno totalmente construído en este metal precioso regalado a la sede compostelana en 1971 por la Hermandad de Alféreces Provisionales, que se custodia en la sala capitular del museo catedralicio.

En cuanto a las medidas de este gigantesco incensario, éstas hablan por sí mismas. Con una altura de un metro y medio y un diámetro en su parte más ancha de cincuenta y nueve cm, es aproximadamente del tamaño de una persona, si bien no muy alta. Su peso en bruto, es decir vacío, es de unos sesenta kg y cuando está cargado con las brasas y en incienso, puede llegar a los cien kg.


 EL SISTEMA DE SOPORTE.

En origen, el Botafumeiro pendía de unas vigas de madera entrecruzadas que más tarde, a consecuencia de obstruir la luz que fluía a través de las vidrieras del cimborrio, fueron sustituidas por un ingenioso sistema ideado por el aragonés Juan Bautista Celma en el año 1603.
 
Esquema del soporte de Juan Bautista Celma.


Se trata de un sistema-soporte situado a 22 mt de altura con dos tambores coaxiales de madera de castaño de distinto tamaño, concretamente de 29 y 58 cm. Su acción combinada, haciendo uno de ellos de multiplicador, permite impulsar al botafumeiro mediante un movimiento de bombeo que produce el efecto de péndulo deseado.

 Como se puede apreciar, una gruesa maroma se enrolla en los dos tambores entrando por uno y saliendo por el otro. Dicha maroma tiene 65 mt de largo y un diámetro de 4,7 cm en la actualidad, si bien antiguamente era considerablemente más delgada. Su peso total llega a los 90 kg y en la actualidad es sintética, aunque en épocas pasadas su composición fue de esparto y de yute.

Al efecto, existe un magnífico estudio del ingeniero aeronáutico Juan R. Sanmartín Losada titulado "Física del Botafumeiro" que, en 1984, resolvió las ecuaciones de su movimiento y puso de manifiesto el sorprendente hecho de que, por puro empirismo, se descubriera en el siglo XIII el funcionamiento pendular, cuatro siglos antes de los trabajos de Galileo y Huygens.

Fotografía del soporte con los tambores.


Soporte bajo el cimborrio.

A su vez, el conjunto se sostiene con cuatro tirantes de hierro con forma de arco que encastran en los pilares del crucero.

El descubrimiento empírico del momento exacto en el que debían cargar la presión de la maroma para lograr el movimiento pendular, convirtió a sus manipuladores en poseedores de un secreto que, entonces, nadie sabía. Como consecuencia, dicho secreto se transmitió desde entonces de forma exclusiva a los que tuvieron la suerte de ser admitidos en aquel reducido círculo y convirtió a aquellos hombres en una pequeña élite. 


EL VUELO DEL BOTAFUMEIRO.

El movimiento pendular del Botafumeiro describe un arco de 82º en una distancia de 65 mt en el transepto de la catedral. En su máxima amplitud, queda a sólo 1 mt del techo de la bóveda y la menor distancia al suelo en su mayor verticalidad, es de 1,20 mt. Para conseguir estos números, necesita de un ciclo de 17 movimientos que ocupan unos 80 segundos, alcanzando la velocidad de 68 km/h en su paso por la vertical. 

El Botafumeiro en pleno vuelo.


 Para conseguir el movimiento del Botafumeiro, existe un grupo selecto de 8 hombres, los llamados Tiraboleiros, que dirigidos por uno de ellos, el Tiraboleiro Mayor, realizan las maniobras pertinentes perfectamente acompasados. Su labor es muy querida por los propios del lugar y, por supuesto, causa la admiración de todo aquel que asista al espectáculo por primera vez.   

La secuencia comienza con la llegada en andas del Botafumeiro hasta el altar del crucero, donde esperan las autoridades. Una vez allí, los tiraboleiros amarran la maroma pasándola por la argolla superior y haciendo tres fuertes nudos. A continuación, cargan el Botafumeiro con cerca de 40 kg de brasas encendidas de carbón y depositan dentro el incienso, que inmediatamente comienza a arder.

El Tiraboleiro Mayor da un fuerte impulso al incensario para hacerle perder la verticalidad y a partir de entonces, comienza la labor de bombeo por los tiraboleiros. En esencia consiste en tirar de él en su posición más baja y soltar en la más alta, si bien es cierto que la dirección de la maniobra es fundamental.

Tiraboleiros.


El Tiraboleiro Mayor Armando Raposo deteniendo el Botafumeiro.

En el año 2014 falleció el último gran tiraboleiro, Armando Raposo, a los 83 años y con más de cuatro décadas de dedicación plena al oficio. Su magisterio -arriba parando el Botafumeiro- fue indiscutible y hoy día el testigo lo tiene su hijo Julio, al que preparó a conciencia durante los últimos años.


LOS PERCANCES Y ACCIDENTES DEL BOTAFUMEIRO.

A lo largo de su historia nuestro protagonista ha sufrido unos cuantos accidentes, algunos solo, y otros "acompañado" de personas.

El primero de que se tiene noticia, afecta ni más ni menos que a la infanta Catalina de Aragón, la cual, en su camino hacia Inglaterra para desposarse con el Príncipe de Gales, hizo una escala en Santiago donde el día del patrón pudo observar la ceremonia del Botafumeiro. En aquella trascendental ocasión, el incensario rompió sus cadenas en el punto más alto de su vuelo y salió disparado estrellándose contra la Puerta de Platerías. No hubo heridos, pero es de imaginar la cara de la pobre infanta con apenas 16 años. 

Catalina de Aragón según el pintor británico Michel Sittow (1502).

Por cierto que aquí deberíamos hacer una precisión, pues el accidente se relata casi sin excepción en el año 1499, en el día santo, es decir el 25 de julio. Sin embargo, todas las crónicas oficiales al respecto sitúan a la infanta en aquella ciudad el 25 de julio de 1501, año en el que partió desde Santa Fé donde residía con sus padres los Reyes Católicos desde la conquista de Granada. Existe pues una diferencia de fechas que, yo por lo menos, no acierto a comprender pues la infanta, según todas las crónicas, no se separó de la compañía de sus padres hasta aquel momento.

Constatación del accidente de 1622.

El accidente que tuvo lugar el 23 de mayo de 1622 es el siguiente de la lista. En aquel caso se trató de la rotura de la maroma que sujetaba el Botafumeiro y dice la crónica que cayó "a plomo", por lo que podemos colegir que no se encontraba aún en movimiento o, si lo estaba, era en su inicio. Incide además en el hecho de que se estrelló "a los pies de los tiradores, que están siempre perpendiculares debajo de la rueda y eran cuatro" por lo que la crónica catedralicia lo atribuye a milagro del apóstol.

El siguiente percance lo situamos en el año 1937, en plena guerra civil española y de él sabemos únicamente que se desprendió y cayó con tal estrépito, que los lugareños pensaron que había estallado un obús. Esto nos da una idea del calibre de este "proyectil" en acción.

Ya más cerca de la actualidad, en alguna fecha sin precisar entre 1950 y 1962, un acólito de la catedral accedió de forma inesperada al altar en pleno vuelo del botafumeiro, con la triste consecuencia de su atropello por el artefacto que se lo llevó por delante fracturándole tres costillas. La misa de doce terminó para él en el hospital.

El último accidente de que se tiene constancia sucedió durante un congreso que tuvo lugar en el Hostal de los Reyes Católicos. Un grupo de alemanes contrató una exhibición del Botafumeiro -se puede hacer por unos 300 euros- y, en pleno vuelo, se fueron acercando peligrosamente a la vertical para observar el sistema de poleas cuando de forma inexplicable el incensario "rozó" con su base la cara de uno de ellos. Resultado: la piel arrancada de la frente a la nariz y fractura de tabique nasal.

EL BOTAFUMEIRO EN LA ACTUALIDAD.

Actualmente se puede contemplar el vuelo del Botafumeiro en las fechas destacadas a continuación:

  • Epifanía del Señor (6 de enero)
  • Domingo de Resurrección
  • Ascensión del Señor
  • Batalla de Clavijo (23 de mayo)
  • Festividad de Santiago de Compostela (25 de julio)
  • Asunción de la Virgen María (15 de agosto)
  • Fiesta de todos los Santos (1 de noviembre)
  • Festividad de Cristo Rey
  • Inmaculada Concepción (8 de diciembre)
  • Fiesta de Natividad (24 de diciembre)
  • Traslación del Apóstol Santiago (30 de diciembre), en los años Santos/ Xacobeos
  • Liturgia de la misa de conmemoración de la apertura de los años Santos/Xacobeos (31 de diciembre)
 Además de estas fechas, también puede funcionar previa solicitud de alguna organización de peregrinos o bien, en caso de que algún particular quiera contratarlo (unos 300 euros). En cualquier caso, en la página oficial de la Catedral de Santiago podréis encontrar toda la información actualizada.

Por otra parte, para los más curiosos existe una aplicación gratuita en Google llamada "Botafumeiro R.V." que nos reproduce de forma muy realista el funcionamiento de nuestro protagonista, el gran Botafumeiro. 


Y por hoy nada más. Solo desearos lo mejor y ya sabéis, si tenéis que viajar no olvidéis vuestra agencia de referencia Experiantur.

¡¡Saludos viajeros!!


                                                   





















   

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