Ciudad del Vaticano.

 Los Estados Microeuropeos V. 

Ciudad del Vaticano.


Un estado para una religión.



La Plaza de San Pedro vista desde la Basílica. (foto del autor)


El título describe perfectamente la característica fundamental de este peculiar estado; la sede física de la religión católica. 

El país más pequeño del mundo -apenas 0,44 km2- y con menor población -unos 800 habitantes- existe desde 1929 como consecuencia de los Pactos de Letrán y sirve de espacio geográfico imprescindible para ubicar la Santa Sede, es decir a la jerarquía de la Iglesia Católica.


Enclavada en el centro de Roma, la Ciudad Eterna, hablamos del único país del mundo cuyo idioma oficial es el latín y el único asimismo en el que no existe parlamento, ni cámara de representación alguna, es decir, cuyo soberano -el Papa- tiene poder omnímodo.

El organigrama de la Ciudad del Vaticano bien merece una consulta. En él se aprecia perfectamente el carácter absoluto de la organización del pequeño país.


                                         Estatuas situadas en la terraza de la Basílica de San Pedro. (foto del autor)


Después de la desaparición del Imperio Romano de Occidente en el año 476, los bárbaros dominaron la península itálica y establecieron su capital en la que ya lo era del Imperio, Rávena.
Sin embargo, la pujanza del Imperio Bizantino permitió que en el año 540, el general Belisario conquistase Rávena. Desde entonces, la península itálica fue objeto de disputa entre el Reino Lombardo y el Imperio Bizantino, hasta que en el año 756 el rey de los Francos Pipino el Breve, tras la solicitud de ayuda del Papa, obligó manu militari al rey lombardo Astolfo a ceder a perpetuidad una serie de ciudades y comarcas al Papa, los llamados Estados Pontificios.

Tras varios intentos de recuperar los territorios, Carlomagno consiguió mediante la invasión del reino lombardo la estabilización de la situación y, como consecuencia de ello, el Papa León XIII lo coronó como Emperador.


Estados Pontificios en el siglo VIII.


Estados Pontificios en el siglo XVIII.


Los Estados Pontificios permanecieron durante diez siglos subsistiendo de la mejor manera posible, unas veces intercambiando el poder de la coronación imperial por protección y otras veces por la fuerza de las armas, con su propio ejército.

La baja Edad Media y el Renacimiento fueron épocas de grandes tensiones intestinas en las que la Iglesia tuvo que hacer verdaderos equilibrios para poder mantener su entidad territorial, incluso sometiendo a la nobleza que aspiraba a conquistar Roma.

Por fin, ya en el siglo XIX -1860- y como consecuencia del imparable proceso de unificación italiana, el rey Víctor Manuel II conquistó los Estados Pontificios dejando al Papa únicamente la ciudad de Roma y su región costera.

Diez años más tarde y aprovechando la guerra Franco-Prusiana conquistó también dicha zona e hizo de Roma la capital de su reino.

                     
Víctor Manuel II.
                                                                   
                                        
Desde 1870, el reino de Italia poseyó todo el territorio que antaño ocuparon los Estados Pontificios, y no fue hasta el año 1929 que un primer ministro, paradójicamente socialista -Benito Mussolini- acordó suscribir en nombre del rey Víctor Manuel III los Pactos de Letrán.

En ellos se reconocía al papado la independencia política de la Santa Sede del reino de Italia, y el restablecimiento de las relaciones entre la Iglesia y la monarquía italiana, rotas desde 1870.

Asimismo, se le otorgaban cuatro hectáreas en la colina Vaticana -la extensión actual- para poder ejercer su estatus de independencia y se le reconocía la capacidad de establecer relaciones diplomáticas con terceros países.

Con ello se consiguió además, el establecimiento de la religión católica como religión oficial del estado italiano y un poder especial de influencia en el sistema educativo.  


Plano de la Ciudad del Vaticano en 1929.



La Ciudad del Vaticano en la actualidad.

Actualmente, la Ciudad del Vaticano es un estado con todas las garantías inherentes a su estatus y es reconocido en todo el mundo. Tiene su propia radio -Radio Vaticana-, su propio periódico -L'Osservatore Romano-, su propia TV -Centro Televisivo Vaticano-, e, incluso, su propio correo. 

Su extensión real, aparte del enclave situado en Roma, incluye la residencia de verano del pontífice -Castel Gandolfo- con 55Ha, así como varios edificios repartidos por Italia. Todos estos "apéndices" del microestado poseen el derecho de "extraterritorialidad" sin dejar así de pertenecer al Vaticano.

Su "ejército", es la Guardia Suiza, compuesta por 110 efectivos rigurosamente seleccionados y, pese a poder inducir a engaño por lo anticuado de su vestimenta, están perfectamente adiestrados en el manejo de todo tipo de armas automáticas de última generación.

Asimismo cuenta con helipuerto, estación ferroviaria propia y servicio telefónico independiente.


Estación del Vaticano.


La moneda oficial del Vaticano es el euro, que se acuña en Italia y tiene diseño propio. El pequeño país no tiene sistema impositivo alguno y, además, no plantea restricción alguna en cuanto a la importación o exportación de divisas.

Entre las anomalías que ofrece este minúsculo país, cabe destacar la de la posesión de la nacionalidad. No se obtiene por haber nacido allí, sino por trabajar allí. Es decir, la posesión de la nacionalidad vaticana está sujeta al desarrollo de una actividad y la otorga el Papa por el tiempo que ésta dure.

Por tener, tiene hasta selección de fútbol, eso sí, no está adscrita a la UEFA, la FIFA, o el COI. Los jugadores pertenecen a la Guardia Suiza y compiten con los seminaristas que, ocasionalmente, estudian allí.


Guardia Suiza.


Visitada anualmente por más de 15 millones de turistas, la Ciudad del Vaticano es Patrimonio de la Humanidad desde 1984 y es el destino turístico religioso más importante del mundo.

Como es lógico, carece de alojamientos pero su situación en medio de Roma hace que este detalle carezca de importancia, así como también la falta de locales de restauración por la misma razón.

El turista que va a Roma está interesado por una ciudad que ofrece un patrimonio cultural incomparable; el que va a la Ciudad del Vaticano incorpora habitualmente un componente espiritual añadido.

Su característica más destacable es la presencia abrumadora de museos, monumentos y obras de arte que copan, casi por completo, la extensión geográfica del pequeño país.


Interior de la Basílica de San Pedro.



Las visitas obligadas en la Ciudad del Vaticano son tres: la Basílica de San Pedro, los Jardines Vaticanos y los Museos Vaticanos. Claro que esto es mucho más de lo que, a simple vista, parece. 

Cada uno de los dos principales, la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, comprenden dentro de ellos toda una serie de monumentos y lugares que, por sí mismos, darían cada uno para un post. Es por ello que preferimos daros un enlace a las páginas correspondientes y que vosotros elijáis qué ver en cada momento.


Como siempre, os recomendamos consultar las condiciones de apertura de cualquier monumento en estas circunstancias COVID. 

No nos podemos despedir sin recomendaros consultar siempre que deseéis nuestra página web de referencia experiantur.com donde os atenderemos con la atención que merecéis.

Y nada más por ahora. Espero que esta humilde colaboración sea de vuestro interés y como siempre:

¡¡Saludos Viajeros!!


Referencias:


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